La Cultura de la Contribución y la Educación Fiscal suponen abandonar enfoques
únicamente coactivos y construir una relación entre el Estado y los ciudadanos en materia
fiscal, basada en la colaboración y en la reciprocidad e intentan desarrollar, desde edades
tempranas, actitudes de compromiso frente al bien común y a las normas que regulan la
convivencia democrática, poniendo de relevancia el sentido social de los impuestos y su
vinculación con el gasto público, así como el perjuicio que conllevan el fraude fiscal y la
corrupción