La oclusión dental por medio de la propiocepción permite transmitir información a través del nervio trigémino a las estructuras oro faciales, datos que se traducen de forma adecuada o alterada según sean los contactos que se presenten en el paciente, de esta manera todo indica que el sistema requiere un equilibrio para su adecuado funcionamiento y cuando este no se presenta comienzan a presentarse signos y síntomas en las diferentes estructuras y una de ellas es el oído, que se ve afectado por su estrecha relación con los componentes de la articulación temporomandibular por medio del diminuto ligamento disco maleolar ubicado en las parte postero medial de la capsula y disco articular que atraviesa la fisura petrotimpanoescamosa hasta llegar al oído medio y reflejar la información a la cóclea para que esta la traduzca por su nervio auditivo al cerebro, que de forma alterada se convierte en señales erróneas que producen ruidos desconcertantes conocidos como tinnitus que en pocas palabras significa la percepción consciente del sonido sin una fuente externa, presente en la cabeza o en el oído que ocurre en ausencia de los correspondientes estímulos acústicos.